El camino que debe seguir un niño para convertirse en el profesional que soñó ser

Tomás Ignacio Luna (5) y Renato Sepúlveda (4) no se conocen, pero ambos tienen algo en común: los apasionan los dinosaurios desde que comenzaron a ver la serie “Dino Dan” en Discovery Kids. “Todos le regalan dinosaurios, le encantan, se sabe sus nombres y pone sus manitos como los brazos del Tiranosaurio Rex y camina por la casa así”, dice el abuelo de Renato, José Miguel Sepúlveda.

Giordano Luna, padre de Tomás, dice que junto a su esposa incentivan esta pasión. “Tiene cientos de dinosaurios y se sabe los nombres de todos. Además, le compramos libros y enciclopedias y hasta tiene dos fósiles reales. Ya nos dijo que cuando grande quiere se paleontólogo”.

En Chile no hay una carrera de paleontología. El camino es estudiar geología o bien biología y luego especializarse en un magíster o doctorado en Chile o en el extranjero. “Yo recomiendo la licenciatura en Ciencias Biológicas y un posgrado, como un magíster o un doctorado en un programa que sea afín a la paleontología de vertebrados. Recomiendo la biología porque de ella se obtienen las herramientas necesarias para aprender sobre la evolución de las especies extintas”, dice David Rubilar, jefe del área de Paleontología del Museo de Historia Natural.

Vicente (10) ama las estrellas. Al apagar las luces de su pieza, en Puerto Varas, el techo se ilumina con planetas, estrellas y la luna fosforescentes que pegó ahí. Cuando grande quiere ser astronauta. “Comenzó a interesarse luego de ver documentales. Siempre pregunta si es que alcanzará a estar vivo cuando se viaje a otros planetas”, dice su madre Silvia.

“No hay un único camino para ser astronauta”, responde Klaus von Storch, piloto de combate, ingeniero aeroespacial y candidato a astronauta chileno. Él recomienda entrar a la Fuerza Aérea y convertirse en piloto de combate. “Ellos pasan por situaciones fisiológicas similares a las que viven los astronautas; además, se les enseña a trabajar en equipo y a responder en situaciones de emergencia. Hay gente que es muy capaz, pero que quedan fuera de los programas espaciales, porque su cuerpo no logra resistir situaciones extremas”.

Lo segundo -dice Von Storch- es convertirse en alguien útil para las misiones. Por un lado se requieren pilotos, pero también científicos. Para ello es bueno visualizar disciplinas que se necesitarán en las futuras misiones. “Por ejemplo, para una misión a Marte se van a requerir médicos especializados en cómo funciona el cuerpo en el espacio. También se requerirán sicólogos para manejar el estrés de los largos viajes, geólogos o expertos en atmósferas extraterrestres, incluso arquitectos que pueden diseñar habitáculos en un planeta con una gravedad menor que la Tierra”.

A sus 15 años, José Manuel y Camilo sueñan con construir robots. Son compañeros en el curso “Programadores Robóticos” que dicta la Fundación Telefónica, gratis, cada sábado. Camilo dice que quiere estudiar algo relacionado con robótica o biotecnología; José Manuel, alguna ingeniería, como la mecánica. “Me gusta aprender habilidades nuevas, aplicar mis conocimientos y construir cosas en mi casa con materiales simples para que me ayuden a facilitar tareas”, dice.

Para lograr sus sueños van por un buen camino. “Lo que recomiendo es que vayan explotando su interés a través de talleres o clubes de robótica donde se les enseña a desarrollar con Arduino o Lego. En la universidad tenemos un Club de Robótica y en el país hay cada vez más competencias, como los interescolares de robótica”, dice Luis Amigo, director de la carrera de Ingeniería en Automatización y Robótica de la U. Andrés Bello.

“Hoy en día existen diferentes instancias: desde talleres relacionados con programación, como también cursos donde se manipulan robots y competencias que se desarrollan en este ámbito. Dentro de estos existen los talleres de robótica que imparte la Fundación Mustakis, proyecto que iniciamos un grupo de estudiantes de la UTFSM en Valparaíso, y ahora se extendió a cinco regiones del país”, dice Patricio Navarrete, mentor de estos talleres.

BiblioRedes tiene un taller gratuito llamado “Jóvenes Programadores”, en varias universidades y empresas también se dictan talleres, y en Chile ya hace varios años que se organizan las competencias de la First Lego League, donde niños de todo el país compiten con sus robots de Legos.

En la robótica se mezclan muchas disciplinas. “Necesitas saber diseño, mecánica, funcionamiento de motores, programación, cinemática, electrónica, telecomunicaciones…”, dice Amigo. De ahí que las formas para convertirse en un profesional pueden ser variadas. Amigo recomienda elegir una ingeniería civil eléctrica, mecánica o informática que les dará buenas bases. Luego especializarse en un posgrado en el extranjero que profundice en la automatización y la robótica.

En Chile ya hay carreras afines. Tal es el caso de la Ingeniería en Automatización y Robótica de la U. Andrés Bello o la Ingeniería en Mecatrónica que dicta la U. de Talca. “En ella fusionamos las distintas áreas que tienen que ver con la robótica, como la electrónica, la mecánica y la programación. La primera generación de egresados tuvo un 100% de empleabilidad”, dice Jorge Muñoz, profesor de Robótica en dicha casa de estudios.

Fuente: http://impresa.elmercurio.com/pages/LUNHomepage.aspx?BodyID=1&dtB=23-08-2015

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